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Fuego

Cian llevó las manos a su rostro, mientras se besaban, y lo recorrió con las yemas de los dedos lentamente, como si a través de ellas intentase fabricarse una imagen mental de Víctor, guardarla a fuego en su memoria para que perdurase. Con premura bajó las manos hasta su cuello y terminó de desabotonarle el abrigo, que deslizó por sus brazos y dejó caer en el suelo. Víctor se despojó del jersey con un rápido movimiento y se llevó las manos al borde inferior de la camisa, recogida dentro del pantalón, para soltar los botones, pero Cian se las apartó, a lo que el muchacho respondió retirando la lengua del interior de su boca, atrapando su labio inferior entre los dientes y ejerciendo una leve presión.

Cian terminó de desabotonar la camisa, liberó los faldones y la dejó caer junto al abrigo y el jersey. Por último introdujo las manos por el interior del borde de la camiseta térmica y acarició su tronco y brazos, cuya piel se erizaba con el contacto, mientras la enrollaba para despojarlo de ella. Volvió a rodearle la cintura con los brazos y lo apretó contra sí para besarlo mientras Víctor hundía las manos en su pelo. Con satisfacción notó crecer su miembro, enfundado en el pantalón, haciendo presión sobre el suyo, que palpitaba y lo impelía a arrancarle la ropa, al mismo tiempo que la respiración de Víctor se volvía más pesada y desacompasada, como la suya propia.

Aspiró una gran bocanada de aire, lo asió por las caderas y lo hizo girar a su alrededor con un par de zancadas, colocándolo de espaldas al trono, le soltó la tira de cuero de la hebilla del cinturón con demasiado brío y se golpeó la mano derecha con el metal. Emitió un leve quejido y se la llevó a la boca en un acto reflejo, pero Víctor la tomó entre las suyas, le besó el dorso, le dio la vuelta con cuidado y apretó los labios durante unos segundos en la palma mientras Cian, con la mano libre, le liberaba de los ojales los botones del pantalón.

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