Flores
«La posesión de un nombre es, y ha sido desde tiempo inmemorial, el privilegio de todo ser humano», Stephen Ullmann
«… he that filches from me my good name robs me of that which not enriches him and makes me poor», William Shakespeare, Hamlet
PRÍNCIPE: ¿Cómo te llamas?
VÍCTOR: Víctor. ¿Y tú?
PRÍNCIPE: … no lo sé. Una vez tuve un nombre, pero lo he olvidado.
Víctor: ¿Cómo puedes haber olvidado tu propio nombre?
PRÍNCIPE: Ya no queda nadie que necesite pronunciarlo.
VÍCTOR: Aun así deberías tener un nombre.
PRÍNCIPE: ¿Qué utilidad tiene un nombre cuando estás solo?
Víctor: Es tu identidad.
PRÍNCIPE: ¿Y qué utilidad tiene una identidad cuando estás solo?
VÍCTOR: Tu identidad eres tú. Te define. Te distingue de los demás.
PRÍNCIPE: ¿Qué definición necesito siendo el único habitante de un reino vacío?
VÍCTOR: Tu identidad marca tu forma de ser.
PRÍNCIPE: La forma de ser se moldea en función de quienes te rodean. Aquí puedo ser quien quiera ser en cada momento.
VÍCTOR: Ahora no estás solo.
PRÍNCIPE: Sí, así es. Quizá necesite un nombre ahora que tú estás aquí. ¿Qué nombre debería tener?
VÍCTOR: (le brota de los labios inmediatamente, recordando las palabras de su hermana). Azul.
VÍCTOR: Sí… (Sonríe recordando la conversación). El color de tus ojos es muy característico, te puede servir como marca identificativa. Aunque aquí parecen más cian…
PRÍNCIPE: Cian suena interesante. (Hace rodar la palabra con la lengua un par de veces de forma apenas audible).
VÍCTOR: Nadie suele tener la oportunidad de elegir su propio nombre.
PRÍNCIPE: (La sonrisa le ilumina el rostro). Cian me gusta.
VÍCTOR: De acuerdo.