Hielo
Desde los lindes de su jardín se extendía un tupido bosque que iba a morir a la frontera con el Reino de Hielo, donde se topaba bruscamente con una playa de hielo y nieve que lo habían dejado fascinado durante horas. No había llegado a replantearse el hecho de entrar o no, pero sí se había quedado sentado junto a un árbol mordisqueando unas verduras mientras planeaba su travesía.
Era consciente de que el paisaje cambiaba con cada paso y cada golpe de viento, que parecía transportar las dunas de nieve de un lugar a otro. Se aferraba a la brújula desesperadamente a cada momento para no sentirse absolutamente perdido, y dudaba de cuánto camino había recorrido pese a intentar mantener un avance constante.
Al cuarto día, preso de la desesperación, tuvo un arranque de ira súbita e inusitada. El viento se había llevado, junto al hielo, sus alaridos incluso antes de que se diera cuenta de que estaba gritando. Cuando notó que apenas le quedaba voz, se le ahogó el aire en la garganta con un gemido y se obligó a seguir caminando mientras lloraba amargamente. Notar arderle la cara lo ayudó a continuar, arrastrando los pies, hasta que el sol se puso a sus espaldas.
Cuando el astro amenazaba con perderse tras la orografía, en la lejanía, el cielo se teñía de nubes de colores cálidos que contrastaban poderosamente con la blancura absolutamente reinante; y cada día, agotado, se dejaba descansar unos minutos, sentado, mientras observaba las formaciones nubosas moverse caprichosamente.
Por lo que sabía, allí había al menos un habitante. Se preguntó con frecuencia por él. ¿Observaría también ponerse el sol como lo hacía él? ¿Sabría de alguna manera que un forastero caminaba por sus llanuras? ¿Lo esperaría? Se preguntaba la razón de aquel frío tan desalentador, que helaba todo a su paso: su cuerpo, su esperanza, sus pensamientos y todo lo que habitaba en su corazón.
Se arrepintió de no haberse informado mejor, de algún modo, acerca de aquella pequeña mancha blanca en un mapa rodeado de verde, cuya existencia se le antojaba, pese a estar allí, imposible, ilógica, totalmente antinatural. Carecía de todo sentido, pero también de ello carecía la situación en la que se encontraba. Si la formación, como parecía, había sido reciente, ¿qué habría habido debajo de toda aquella frialdad mortal?